Mechar una pata de cordero con láminas de ajo (unos dos o tres dientes), frotar con manteca de cerdo, salar ligeramente y colocar en el horno previamente calentado en una rejilla sobre una fuente que recoja el jugo que irá soltando.
Mojar la pata de vez en cuando con el jugo. La pata debe quedar muy dorada por fuera y bien hecha por dentro. O sea, lo típico, cuando se meta una aguja de hacer punto (esa que todos tenemos en la cocina) debe salir limpia y la carne no debe sangrar.
¡Qué aproveche!